Hoy quiero compartir este relato que escribí tras el regreso de 2 años como voluntaria en Etiopía...
Desperté sobresaltada y miré a mi alrededor temiendo encontrar una
serpiente, o una tarántula. Respiré aliviada, el ruido que me había despertado no era dentro de mi habitación, lo sentía sobre mi cabeza , algo así como un murmullo de
pasos livianos y metálicos que avanzaban sobre el techo a intervalos.
Eran las 6 de la mañana, pero la luz y el
calor se filtraban ya impacientes por las rendijas de la cortina. Cerré
de nuevo los ojos tratando de hacer recuento de los acontecimientos del día
anterior y de las impresiones que hasta ese momento acumulaba de aquella nueva
tierra tan desconocida.
El tiempo transcurrido desde que salí de la
isla se podía contar en horas y sin
embargo, me sentía a años luz de mi país. Un intenso ardor que recorría mis piernas interrumpió el hilo de
mis pensamientos e instintivamente comencé a rascarme unas ronchas del tamaño
de garbanzos sembradas desde los tobillos hasta los muslos. Intenté
controlarme, sabía que no debía hacerme sangre; cualquier herida abierta
multiplicaba las posibilidades de contagio. Conocía aquel escozor,¡vaya! pensé,
acabo de llegar y ya tengo pulgas, deben estar en la manta. Aunque parecía
limpia, se la veía muy desgastada por el uso. La arranque de la cama y la lancé
al suelo. De todas formas hacía calor, aunque no lo había hecho durante la
noche.
Pasee los ojos por la habitación. La
madrugada anterior cuando llegamos, entre el cansancio y la excitación no había
podido apreciar los detalles de aquel minúsculo recinto que durante los dos años
siguientes iba a ser: mi armario, mi estudio, mi capilla, mi refugio, mi casa…………………….
mi todo.
Las paredes y el techo eran blancos, parecían
recién pintados. Como único adorno colgaba de la pared un simple crucifijo de madera.
Su visión me tranquilizó, pensé que sería buena compañía en este trance, que
poco sabía yo en aquel momento hasta que punto aquella imagen en la pared y lo
que representaba jugaría un papel determinante en todas las situaciones; dramas
y comedias en los que iba a participar en los siguientes años. En la habitación
había además una mesa pequeña de madera,
una silla metálica, un armario y una mesa de noche.
Sin moverme de la cama agucé el oído por ver si volvía a escuchar el
ruido metálico sobre mi cabeza, pero todo estaba en silencio, el silencio de la
mañana. Respiré hondo y sentí la soledad, la incertidumbre y la duda, la gran
duda que aún hoy no he podido sacudirme del alma. Tantas preguntas se agolpaban
y siguen agolpando en mi mente cada vez que pienso en aquel lugar remoto y que sin
embargo, hoy lo sé, representa a tantos otros lugares del mundo…………
Me desperecé y avancé los dos pasos que me
separaban de la ventana diminuta de la habitación, los barrotes y el mosquitero
tamizaban la luz y obligaban al ojo a
esforzarse para ver a través de ellos. Lo primero que vi fue el tejado de chapa
metálica de la construcción contigua y comprendí entonces los ruidos que me habían
despertado. Una extraña paloma color malva con ojos amarillos caminaba sobre el
tejado. Supuse que el techo del edificio en el que yo me encontraba también
sería del mismo material. Tendría que acostumbrarme a esos y otros
muchos ruidos desconocidos para mi hasta entonces como los desgarrados rebuznos
de los burros moribundos desesperados ante los ataques de las hienas durante la
noche.
.Las construcciones parecían bastante
recientes si bien sabía que aquel recinto llevaba funcionando unos 20 años. No
tenía una visión muy amplia desde aquella ventana, pero a la izquierda se podía
ver con claridad la parte superior de la pared de más de dos metros que separan el recinto del exterior. El muro
estaba rematado con una corona de cristales rotos y varias hileras superpuestas de alambres con espinas. Inmediatamente
vino a mi mente la imagen del guarda armado con fusil que la noche anterior abrió somnoliento la puerta metálica del recinto y había
saludado con entusiasmo a la llegada de nuestro jeep, ¿era todo aquello
realmente necesario?, nunca pude imaginarlo así. Había supuesto que la única
amenaza real a mi integridad física iban a ser la Malaria o alguna infección
tropical para la que no estuviera vacunada, pero nunca pensé que la gente
pudiera ser agresiva y peligrosa hasta el punto de tener que tomar esas
medidas.
En
aquél momento me sentí como una flor de invernadero que hubiera sido transplantada a la selva, un ambiente
extraño, hostil y diferente a
todo lo que había experimentado y vivido con anterioridad, .¿Como había llegado
hasta allí dejando atrás las comodidades de mi casa, un trabajo bien remunerado y estimulante, mi
coche, mis viajes…. mi vida?, ¿sería capaz de vivir sin tele, sin coche, sin
móvil, sin cine, sin conciertos, sin dinero, sin tiendas?,¿sería capaz de
sobrevivir sin mis amigos, sin mi familia?.Siempre supe que no iba a ser fácil,
llevaba meses preparándome física y emocionalmente. A mis 39 años ya no era una
niña y sabía que iba a estar expuesta a todo tipo de carencias. Había empezado
a racionar los artículos de higiene básicos, los medicamentos, e incluso la
comida, con la intención de que el cambio no fuera tan brusco, había también
aumentado gradualmente mis sesiones de ejercicio físico e incluso estaba
practicando yoga. Me sentía fuerte y decidida, muchos habían sido los
obstáculos y las pegas, pero yo me mantuve firme en mi decisión, me encontraba
en un buen momento emocional y físicamente, o al menos, así lo creía yo . Además,
el paso ya estaba dado y al fin y al cabo la decisión había sido mía, nadie me
había obligado, y muchos ni tan siquiera animado, hubo quien incluso me dijo
que tan solo el olor se me haría insoportable y volvería a casa y las comodidades de nuestro mundo en
un pis pas y con el rabo entre las piernas.
. Sin embargo, tenía la sensación de
que aquello era quizá más auténtico, más colorido y a pesar de que parezca una
paradoja, también más rico
Viendo las cosas ahora con más perspectiva y
el filtro del tiempo, soy capaz de reconocer que aquel primer día que amanecí
en la misión sería el primer día del resto de mi vida.